quarta-feira, 1 de abril de 2009

Acto Fallido

Un mundo donde todo es falta: hasta de dignidad. Todos los puntos de vista acaban por ser el de afuera. ¿Quién podría entrar en el otro? Cuando hasta la generosidad es un ejercicio del Ego. Solamente en una sociedad que vive la ilusión de que todo está permitido, donde Dios es una expresión tonta de una creencia o no, que de Él poco se conoce y mucho se arroga, es que lo peor de cada uno es práctica. ¿La Ética fue volviéndose aquello que sirve a quien quiere servirse? Etiqueta es tontería para quien es incapaz de tener algún control. Desear el mal a alguien será siempre la peor maldad. ¿Qué pena sufriría el malvado sino la de estar relegado a su propia ignorancia? Si palabras fuesen balas. ¿Dónde no está el terrorismo, la deshumanidad? Tan resonante, aún en los pequeños actos. Si el corazón ajeno fuese un templo sagrado y fuese visto como símbolo y no como la condición carnal de grasas y safenas que es solamente lo que los ojos más mezquinos consiguen ver. Órgano cubierto de piel, lípidos y pelos blancos para los que fruncen la sien, lugar de lo simbólico para los capaces. Si un ser prendado por su más significativa animosidad ofendiera a mi padre y a mi madre, no me afectaría; si un proyecto de gente me ofendiera con sus insinuaciones más viles, no me afectaría; pero ver a un ser humano poseído por el odio ofensivo, generando carga negativa única y exclusivamente para sí mismo...eso me afecta. Me duele el dolor que siento. Quiero luz para quien quiere mi mal, quiero luz para quien no logra verme con claridad, quiero luz para los que no se contorsionan en rencor y amargura y quiero pagar por cada cosa que yo pueda haber hecho. Quiero justeza y justicia. Sé a quién debo rendir cuentas. Veo cuán triste y angustiante las cosas pueden ser para quien, por no saber abordar la susceptibilidad ajena con delicadeza y respeto, se quedará sin saber lo que realmente ocurre adentro.

El acto fallido ocurre cuando sin querer queriendo, vos publicás tu inconsciente y por intuición e involuntaria actitud, hacés brotar las flores del mal que se escondían en lo más siniestro de la tierra. Las ratas saben dónde está el queso, y aquí ellos intentan venir a comer de mis manjares, pero hay ratoneras en las puertas de mi consciencia.

Las hienas ríen por ferocidad.

No soy ingenuo ysé que sería inevitable que yo recibiera de vuelta la energía negativa que yo mismo busqué para mí. Aunque, cada vez más, estoy aprendiendo a crear mi derecho a merecer la energía buena que quiero recibir de aquí en adelante.

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