Don Juan Tsé
De los viajes que yo en el interior.
Que la atmósfera era mera, casi no era. Fui a pedir un vaso de agua. En medio de la ruta, en medio de la nada. Detuve el auto en barro forrado cual una casa: de barros. “Oh, ¿hay alguien en la casa?” Vino. Un hombre. Del barro de la casa desapareció de adentro hacia afuera. “¿Quién?” “Es agua, puedes conseguírmela un poco?” “¿Es sed?” “Fue siendo”. “No hay”. “¿Ni un poco? “Ni nada”. “¿Cómo?” “De esa manera.” “Dios”. “Eso.” Sudé. “¿Pero quiere silencio o quiere un caso?” “Caso”. “Era una vez que yo no soy hombre”. “¿Ah?” “No soy”. “¿Es eso?” “Pensé que yo tenía pierna, brazos, ojos, y olfateaba las cosas con la nariz, pensé hasta en la felicidad un día, nada, era nada. Cosa. Todo era cosa. No era materia”. “No entiendo”. “Eso”. “¿Pero qué es entonces?”. “Desperté”.
quinta-feira, 30 de abril de 2009
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